Arte y Escuela: Maestros y discípulos

El presente proyecto expositivo es fruto de la iniciativa del Vicerrectorado de Cultura de la UMA, del cual recibí una propuesta de exposición colectiva. De algún modo, el profesorado de enseñanza secundaria debía presentar el trabajo que algunos de nosotros, en nuestra doble condición de artistas y docentes, estábamos desarrollando desde hacía tiempo en torno a la Bienal de Arte y Escuela de la Axarquía como escenario común y, bien conocido por la Vicerrectora Tecla Lumbreras, feliz campo de experimentación que esperamos celebre en 2021 su cuarta edición en la antigua azucarera de Torre del Mar. Además de esta ya consolidada Bienal de Arte y Escuela, el Espacio Iniciarte (Palmeral de las Sorpresas, muelle 2 del puerto de Málaga) fue también laboratorio vivo de experiencias compartidas entre el profesorado artista y el alumnado. Como sucede en la Bienal, esta muestra celebrada en el moderno espacio de El Palmeral en 2015, desplegaba su potencial con la práctica de talleres y una participación en los mismos del 100% del alumnado que se acercaba a la muestra.

Se trata ahora de mostrar en este espacio 0, kilómetro 0 de las avenidas culturales de la Universidad de Málaga, los lugares de encuentro y las influencias, las posibles zonas de intersección enseñanza-aprendizaje —auténtica encrucijada— entre la labor del profesorado de enseñanzas artísticas y la respuesta de su alumnado. No solo en el ejercicio de la docencia, también se muestra al profesorado como artista en activo, y un alumnado capaz de asumir de pleno su capacidad expresiva a través de los lenguajes artísticos.

Fundamentada sobre conceptos tanto artísticos como didácticos, la muestra abre un fértil diálogo:

Por un lado y como hemos apuntado, se expone la obra de artistas, que si bien trabajan en el ámbito de la educación, les avala una trayectoria reconocida. Que nuestro campo de acción sea la enseñanza, no nos hace partícipes, al menos en nuestro caso, de movimiento artístico alguno. Cada uno de nosotros cultiva técnicas y conceptos personales que pueden dar juego (o todo lo contrario) así en el aula como en el taller.

La obra del discípulo-alumno no es un remedo de la del artista-profesor. Cada una soporta su peso específico y su carga conceptual. Teniendo en cuenta la madurez de dicho alumnado, en unos casos estudiantes de primaria o secundaria y en otros ya con carreras comenzadas pero con intenciones bien distintas, la obra puede comprenderse desde múltiples lecturas y enfoques.

Pero tanto en la infancia, la adolescencia o la madurez incipiente, la obra puede establecer franco diálogo entre el arte como materia de estudio y la voz propia, ya tuviera algo que ver con el trabajo artístico del profesor o que no le debiera nada en absoluto.

Por otro lado se recogen algunos trabajos que el profesor realiza en el aula (o en el taller) con su alumnado (no necesariamente en el ámbito de los programas educativos oficiales) a quienes propone la realización de una obra, individual o colectiva, una investigación colaborativa sobre alguna forma de arte, o simplemente un ejercicio a partir de un tema más o menos concreto. En esta vertiente es el profesor-artista quien dirige los pasos en el proceso creativo y quien más probablemente determina el estado final de la obra, no sin tener en cuenta la deriva expresiva del propio alumnado. Pudiera ser predominante la expresión colectiva de una idea —si bien esto se comprende mejor desde la propia obra— si es que se ha establecido una comprensión intima del proyecto común y el papel que cada uno juega en el conjunto. El resultado final habla por sí mismo de este ensamblaje entre la obra, tal y como se produjo, y la idea que la impulsó.

El trabajo con su alumnado de Chelo Garcia-Contreras trata de examinar la conciencia social a través de la obra de arte, cuestionando los conceptos que se nos antojan más actuales en el ámbito de la educación para la igualdad.

Nanen Garcia Contreras recrea junto a su alumnado un mundo dominado por las emociones y las sensaciones, ante las que es difícil el predominio de la razón, pero que pueden ser de una expresiva y sobrecogedora belleza.

Chema Lumbreras invita a su alumnado a investigar el material de desecho que llega al mar y que éste nos devuelve, en un intento de descifrar algunas claves que pudieran leerse en nuestros detritus, como una manera de poner ante el espejo a nuestro ser social más crítico.
Las intenciones de Inés Guzmán no se alejan de la búsqueda insistente de unas señas de identidad individual, con las que escapar a una construcción social alienante en favor de una más elevada versión de nosotros mismos.

El nuevo expresionismo de Victoria Márquez busca en la pintura el vehículo de la emoción, con la que poder registrar una relación de plenitud con el mundo circundante, cuyas profundas y complejas señales trata de alcanzar a través de relaciones simbólicas.

Óscar Pérez trata de profundizar en nuestra relación con la naturaleza, de aproximarse a ella, a través del mar y su flujo de luz, experimentando con su alumnado el eterno juego entre el universo natural y la creación plástica.

Lo que un pintor puede ver con su imaginación en el universo infantil, sirve a Fernando Robles para instaurar en su poblado imaginario las leyes invisibles de una invención fértil y caprichosa, en sutil diálogo con las fuentes de la expresión artística.

Con exigente puesta en escena, Mayalen Piqueras enmarca nuestro propio retrato frente a lo estético, señalando dónde el arte se manifiesta con mágica e inusitada fuerza, con gran carga educativa, en brazos de un singular barroquismo.

El alumno iluminó a su maestro desde su misterioso mundo de espacios sensibles. Cayetano Romero pudo haberle mostrado estos mundos a Jose Gómez, tal vez sin saber entonces si su tránsito por los mismos podría haberse dado en la realidad o en un sueño.

Una obra de vibrante eco interior con la posibilidad de que ese eco se manifieste desde la caja de resonancia de sus discípulos, y llegue amplificada al espectador es la apuesta de Rafael Salvatierra, tan fértil en ideas como en energía creativa.

La propuesta de Fernando de la Rosa revela un espíritu de multiplicidades estéticas de gran versatilidad y vocación artística de insospechados efectos plásticos, tanto en pos del trabajo en equipo como en la progresión personal.

En cualquier caso, quedan en evidencia los lazos y las conexiones de una relación establecida en un espacio de estudio y de trabajo. Esta relación, estrecha o no, evidente o no, sensible o no, establece el ámbito de reflexión sobre los acopios y aportaciones artísticas del maestro y los caminos y logros de sus discípulos.

Es conocida por la Universidad la experiencia previa de algunos colectivos de profesorado en relación con esta simbiosis entre Arte y Educación. Ponemos de relieve algunos aspectos de la creación artística y su enseñanza en los centros educativos que no se atienden ni por la administración ni la sociedad misma en su justa dimensión. Entrar en contacto con los lenguajes artísticos ha de hacerse desde la mas temprana infancia y no abandonar la intensidad de su aprendizaje en ninguna etapa de la enseñanza es fundamental para el desarrollo integral del ser humano.

El arte contemporáneo figura como ámbito de investigación y conocimiento en cada vez más numerosos centros educativos que han aprendido a articular proyectos en torno a dichas experiencias. Las salas de exposiciones en centros educativos de la Axarquía conforman desde hace casi dos décadas, si este virus no acaba con ellas, un territorio mixto en el que se mueven artistas, profesores, padres y alumnos con el arte como pretexto y como contexto. Es indudable que con estas iniciativas se ha buscado intencionadamente el acercamiento de los artistas al ámbito educativo. Recíprocamente, la comunidad educativa ha tratado de poner los centros a disposición de los artistas, adecuando sus instalaciones como galerías de arte, que puedan dar a conocer el arte contemporáneo de proximidad, aquel que firman los artistas vivos más cercanos. Algunos de estos artistas contemporáneos son además profesores en el ámbito de las Enseñanzas Medias. El compromiso mismo del profesoras-artista para con la comunidad educativa ha crecido tanto como el beneficio de nuestro alumnado en tan generoso esfuerzo.

En este sentido, es bien sabido por todos que la escuela no es el único lugar donde encontrar a un maestro. A cualquier edad podemos cruzarnos con alguien capaz de inspirarnos, hacernos cambiar de rumbo o confirmar una vocación, que resurge como una verdad ineludible. Hemos pues de estar atentos y humildemente dispuestos a descubrirnos en los demás, a saber qué parte de nosotros mismos hemos de completar.

Cuenta una antigua anécdota, que el joven aprendiz Giotto pintó una mosca en un cuadro de taller, con tan asombroso realismo que su maestro, Cimabue, trató en vano de espantarla del lienzo. Fue tal la admiración que este gesto despertó en el maestro que le hizo oficialmente pintor en ese instante. La relación de admiración mutua, el deseo de despertar en el otro un interés que desborde sus expectativas, puede hacer crecer una relación de complicidad, que se completa en la amistad. También puede alimentar de otra manera una fiera rivalidad entre ambos, que dé pie a una escalada competitiva sin perdón. Tanto si se admiran como si recelan el uno del otro, esta relación circunstancial puede estimular que tanto maestro como discípulo, ya fuere juntos o por separado, la exploración de insospechados caminos vitales.

Un magisterio que se precie, tratará de desarrollar en sus alumnos / discípulos capacidades que le permitan aprender a aprender, no a repetir mecánicamente conductas o conocimientos estériles. La relación con la inteligencia y la verdad no debe ser de sometimiento, más bien al contrario, ha de liberar el pensamiento y la acción. El arte es una herramienta que no es fácil de manejar, tal es su carga explosiva, pero proporciona recursos expresivos y cognitivos que trascienden la mera experiencia individual. La educación con el arte —por el arte, en el arte—, puede extender nuestra experiencia y conocimiento de nuestro propio mundo interior así como la exploración de nuevas conexiones con la sociedad y el planeta en que vivimos.

La tradición socrática del maestro y el discípulo tiene una amplia huella en nuestra cultura: los mayores enseñan a los jóvenes que avanzan en la vida, crean referentes, señalan caminos andados y por andar. El profundo valor que damos a la experiencia ha permitido construir sociedades, si no mejores, más críticas y susceptibles de mejorar. Pero es ahora, en estos tiempos de compulsiva inmediatez, de crisis espasmódica y recurrente, de redes atrapamoscas, de miedo y manipulación, cuando se hace necesario revertir el impulso de los jóvenes hacia un intercambio reflexivo con ellos mismos y con quienes ya acumulan experiencia a sus espaldas. Los jóvenes, como sus maestros, accederán juntos al conocimiento en un tándem donde se ensamblan ambas ambiciones de futuro. Y sería, como reconociera Isaac Newton “a hombros de gigantes” (Si he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gitantes ) Nuestro avance sólo puede producirse si está apoyado en las obras e inteligencias de otros que nos han precedido y con los que podemos llegar al lugar que la Historia haya reservado para nuestros logros.
El maestro debe subir en sus hombros al discípulo que podrá ver así más lejos que él mismo. Pretendemos mostrar cuánto debe el maestro al alumno, cuánto crece el discípulo que confía en su maestro y cómo debe el maestro mirar por los ojos de su discípulo. Es la simbiosis por la que se hace escuela en el arte. Es la oportunidad de ver cómo se alimenta la relación mutua y necesaria entre Arte y Escuela, cuando se promueve la investigación codo con codo en los diversos campos del arte, tanto en el taller como en el aula, lugares predilectos para poner de manifiesto el resultado de nuestras experiencias conjuntas.

Fernando de la Rosa
Comisario de la exposición